viernes, 25 de mayo de 2012

El día 23 de este mes de mayo recibimos en nuestro taller la visita del historiador fragatino D. Joaquín Salleras, tuvo la gentileza de pasar la tarde con nosotras y contarnos un montón de cosas curiosas de nuestro pueblo y comarca; la primera es sobre nuestro ya famoso peinado “picaporte” y la segunda es una historia que parece ser ocurrió en Albalate de Cinca, son artículos inéditos que nos ha regalado para que publiquemos en este blog y que seguidamente os transcribo, espero que los disfrutéis. Tiene un blog que podeis visitar es http://jsalleras.blogspot.es/ y.... vaya sorpresa tiene unas jotas de Fraga anteriores a 1936 que se las ha facilitado Pilar Rue nuestra compañera en "tejiendo lecturas"

La cruzada del moño

 “Como cosa curiosa, -escribía Mercadal en 1923- y para  que se vea de qué modo van desapareciendo los rasgos típicos de nuestras comarcas aragonesas, relataré brevemente el proceso de una reforma que en Fraga se quiere imponer, y contra la cual nuestra condición de aragoneses nos hace protestar”.
 En los años veinte del siglo precedente, algunas fragatinas, pocas, sucumbieron al canto de sirena de las modas de los alegres años del charlestón. La pérdida del peinado, y el vestido en consonancia, empezaron a peligrar:
 “El peinado especial de las fragatinas, lo mismo que el traje, se va perdiendo. Ya apenas lo llevan más que las viejas.” –se refiere a las abuelas.
 Los más interesados en cambiar la costumbre fueron los propios jóvenes fragatinos, sus compañeros, que deseaban lucir a sus novias a la moda del pelo corto y faldilla lisa y acortada.
 “Los mozos –dejó escrito Mercadal- provocaron no hace mucho una revolución para suprimir semejante manera de ataviarse. Se conjuraron para no admitir en los bailes a las que se peinaran con moño de picaporte, aunque fuesen sus novias, y, claro está, como los mozos de Fraga son testarudos y las mozas débiles, los moños de picaporte van poco a poco desapareciendo”.
 Ante los profundos cambios que se cernieron en los años veinte y treinta del siglo XX no podía hacer otra cosa que quejarse de la pérdida de algunas costumbres ancestrales:
 “Es una lástima, -dijo- pues las fragatinas, compuestas y ataviadas a lo antiguo, eran algo sugestivo, pintoresco, tradicional… Uniformadas a la moderna, dejan de ser de Fraga para no ser de ninguna parte.
 Pero García Mercadal, se equivocó. Las fragatinas rectificaron su error y recuperarían de nuevo su moño de picaporte, sus faldetas, sus alhajas y salieron a la calle a lucir todo ello con orgullo. Con el mismo orgullo que todo aragonés y español puede contemplarlas en fiesta del Día de la Faldeta.
 

Las Chafaricas
de Albalate de Cinca
 Por: Joaquín Salleras Clarió


¿Historia real o ficción?
Si alguien cree que esta historia está inventada, es que nos atribuye una riqueza imaginativa que no disponemos. Puede asegurar que es una historia real.
En realidad, antes de dar por cerrada la Edad Media bien pudo suceder este hecho en cualquier localidad del Cinca; sin embargo, ocurrió en la localidad de Albalate de Cinca (Huesca). 
Unos datos históricos sobre el señor de Albalate
Las Chafaricas eran dos mujeres moriscas –madre e hija-  naturales de la localidad de Albalate de Cinca, en la actual provincia de Huesca. Vivieron en tiempos de don Alonso de Espés y Alagón, señor de Albalate, de Rafals, de Mumbrú, de Fontclara y de las torres de Algar. Este don Alonso fue un hijo bastardo de don Gaspar de Espés, conde de Esclafana, que lo hubo de una mujer del lugar. El padre había adquirido dichas propiedades de su hermano, el obispo de Huesca, Antonio de Espés; y otra parte de sus propiedades por doña Esperanza de Bardají y Moncayo, hija de Serena de Moncayo esposa que fue en primera nupcias de don Juan II de Bardají, señor de Zaidín (Saidí). Por lo tanto,  estos señores de Saidí también habían señoreado sobre Albalate por herencia de la madre.    
El dicho don Alonso se convirtió en heredero desde la sentencia dada el 5 de diciembre de 1505, en la que figuraba la condición que debía casarse con doña Isabel de Espés, la hija mayor de don Ramón de Espés II y de Esperanza Faura, sus parientes. Era la forma nobiliaria de no desmembrar patrimonios.
 Sentencia contra las chafaricas
Ahora que estamos situados en el tiempo, lugar y con el nombre de las protagonistas, diremos que don Alonso sentenció a muerte a las dos mujeres:  “Esta es la justicia que manda hacer el señor don Alonso, a estas mujeres por matadoras, manda sean ahorcadas, quien tal hace que tal pague”. El heraldo iba repitiendo por las esquinas la sentencia.  Detrás de él, las mujeres a pie, y tras ellas, el justicia montado a caballo.
Se decía de estas vecinas de Albalate que habían sido traídas de Selgua, donde previamente a la sentencia fueron torturadas. Está claro que debieron confesarse culpables, tras varias semanas de agotamiento y dolor. Se las acusaba de que, entre ambas, había dado muerte al compañero sentimental de la joven Chafarica. Pero hubiera bastado para aquella triste sentencia que la madre, secundada por la hija, hubiera insultado a don Alonso llamándole  simplemente “bastardo”. Esto último es suposición. En realidad, todo apunta a  que don Alonso no aceptó la relación amorosa de la joven con el difunto, que apareció asesinado
 La hija hizo el recorrido desde la cárcel declarándose repetidamente inocente, siempre en voz bien alta. Y así, hasta llegar a la plaza de Albalate. La madre, al llegar a la plaza miró a don Alonso, -que no abrió la boca desde su ventana del palacio - que les concediera sepultura en tierra.
Primero fue colgada la joven, ante una numerosa concurrencia de público. Cumplida la sentencia, la madre volvió a dirigirse a don Alonso -que contemplaba la escena, desde la vivienda anexa a la plaza, que, ya que era inevitable el desenlace que la esperaba, al menos las enterrasen bajo tierra, como cristianas que eran.  
 Exhibición del castigo
Una vez ejecutadas ambas en la horca, las Chafaricas fueron depositadas en un carro que debía tirar un animal. Desde el palacio, don Alonso de Espés dio la orden de que se las llevaran, sabiendo el fin que les esperaba. En el camino de entrada a la localidad fueron colgadas de nuevo, y allí estuvieron durante mucho tiempo.  Lo cierto es que nunca se permitió que fueran sepultadas.
 Así, pudo verlas personalmente un vecino de Alcolea de Cinca llamado Domingo Faxol. 
 Los señores temporales de los pueblos del Cinca utilizaron la horca como instrumento de temor a su poder. ¿Hacía falta teatralizar tanto las ejecuciones como en el caso de las Chafaricas de Albalate de Cinca?   

  José García Mercadal  
(1883-1976)
Por: Joaquín Salleras Clarió
  
Nació en Zaragoza en 1883. Fue periodista y escritor, trabajador incansable con la pluma, enamorado de su tierra y exaltador de sus figuras, tradiciones y paisaje. Publicó sus primeros cuentos -a los quince años- en El Día, de Madrid. A los dieciocho fue redactor del diario republicano La Derecha, y sucesivamente trabajaría en diversos periódicos como: El Progreso, Diario de Avisos y Heraldo de Aragón.  En su ciudad natal fundó y dirigió el semanario satírico Mi niño, la Revista Aragonesa, el semanario regionalista Aragón (1912) y dos diarios, La Correspondencia de Aragón y la Crónica de Aragón, después de haber sido redactor-jefe de El Imparcial de Aragón.
En 1916 se trasladaría a Madrid, para ser redactor de La Correspondencia de España e Informaciones. Fue también redactor-jefe de El Tiempo y uno de los últimos directores del célebre diario El Imparcial, ambos también de Madrid.


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