martes, 6 de marzo de 2012


Algunas de las definiciones de “pulir” según el diccionario de la Real Academia Española:
Componer, alisar o perfeccionar algo, dándole la última mano para su mayor primor y adorno”, “Revisar, corregir algo perfeccionándolo” …y más que no vienen al caso.

Nuestras labores tienen que estar “pulidas”, cuando empezamos la labor hay que estudiar bien el material que vamos a usar, poner los puntos necesarios  (y lo digo, después de haber tenido que deshacer una parte de mi chaqueta de mil colores, por eso, por no tomar bien las medidas), que los puntos estén igualados y que no nos quede ni flojo ni apretado. Así como tejemos vamos vigilando… cada vez que tengamos que añadir o cambiar de hilos, esconderemos los cabos, también al terminar la labor. Un buen planchado en según que labores cambia totalmente el resultado final.

Esta es la diferencia entre una labor bien o mal hecha, el “pulimiento”, por eso no vale hacer una “trapazas” (fraude, engaño según la RAE) en un pañito y decir que pondremos un jarrón para taparlo, ¿por qué nos cuesta tanto deshacer?, a fin de cuentas, disfrutamos haciéndolo, pues … si deshacemos, disfrutamos un ratito más….

Así como cogemos práctica nos damos perfecta cuenta del dichoso “pulimiento” y ya podemos decir que tras casi un curso tejiendo, y según las fotos que vamos viendo en este blog, las cosas están muyyyyyyy “requetepulidas”.

¡Qué rollo os estoy dando¡¡¡¡ vamos con lo que nos interesa.

El punto de las olas un éxito, todas estamos pensando en hacer con él blusas, faldas, bolsos, etc., algunas valientes ya han comprado el hilo (Ana y Esther), mañana empezamos.
Con las bolsas de reciclaje, estamos haciendo de todo, las más concienciadas Teresa y Merche, han confeccionado de todo, cestitos para el baño, para dejar llaves, para pinzas de tender, para bisuteria, para…. bueno hasta una bolsa para la compra, veremos este próximo miércoles que idea se les ha ocurrido.

Pilar sigue haciendo flores de navidad, creo que continua con ellas porque…. bueno tal vez hasta que termine el ovillo y así en la próxima navidad tendrá el árbol mas espectacular que se haya visto…. quien por cierto la pasada semana nos recitó unas poesías que aprendió en su juventud y que espero nos traiga manuscritas para ponerlas aquí y volver a disfrutarlas con su lectura.

Marga ha empezado no sólo un chaleco sino DOS uno para ella y otro para su hija, son de colores gazpeados y le van a quedar geniales, la muestra es de agujeritos, pero tal vez en la parte de delante añadamos unas flores de irlanda para darles… ¿“carácter de Marga”?

Marina seguro que ya viene con otra falda terminada…. es una máquina.

La otra Ester tendrá que ir pensando en la próxima labor pues su pañito seguro que ya está con las vainicas hechas y almidonado encima de la mesa.

Conchita y Maribel hacen cestitos, son geniales, quedan muy bien en el baño, en la cocina, en el tocador, en cualquier sitio y son muy útiles, puedes dejar las cosas pequeñas, desde el rimel hasta el reloj o los ajos, ja,ja,ja.

Ana y Fina, que espero que vengan esta semana, tienen mil proyectos, de momento hacen flores de irlanda…. veremos a ver donde terminan, tal vez en una falda, o en diademas, o bolsos o …. donde ellas quieran ya que les quedan muy bonitas.

¿Sole, que tal tus cuadrados tunecinos para el bolso?

Me encanta empezar proyectos nuevos y más de cara al verano donde los hilos cambian de textura y los colores son tan bonitos…, seguidamente os copio dos de las muchas poesias que se leyeron el pasado miércoles (será por la proximidad de la primavera por lo que parece que últimamente nuestras lecturas van mas de poesia que de cuentos o relatos cortos???)

Me despido hasta mañana en que espero veros a todas para “ganchillear” un ratito.

Elena Isábal

    Monólogo del poeta editor.

Nunca sabré por qué entré en este lío,
en este casi ni oficio casi
—pues ni escuelas lo enseñan ni títulos lo avalan-
en que un poeta nunca se enriquece ni medra.

 Nunca sabré por qué azar o destino
me tocó ir de partero:
tantos hijos ajenos
que me hubieran gustado todos guapos y listos
 y a veces eran tontos, y a veces eran feos.

Me tocó descubrir, contratar, corregir,
prologar, solapar, resumir, reseñar,
informar, presentar, difundir, colocar,
y también financiar, y a veces patinar
y a veces atinar,
disfrutar y sufrir,
y mi sueldo fue corto
y mi trabajo harto,
y aunque amigos gané,
centupliqué también mis enemigos.

Miles de incomprendidos genios me señalaron
 mi error al no editarlos
o mi aviesa intención
al no ampararlos con mis largos brazos
—¡si supieran qué cortos!—

De folios cajoneros, pulcros a veces,
otras de mataduras llenos,
hice miles de clónicos juguetes atractivos,
tentadores, hermosos,
sugerentes libros que echar al mundo
en busca de unos ojos
comprensivos, lectores.
Los sueños solitarios salieron a la calle
y encontraron amigos:
yo les uní las manos.
Leí, volví a leer y di a leer
cientos de miles de tatuados folios
y me tocó intuir cuáles podrían
o debían gustar a los demás,
cuáles, aun mereciéndolo, no lo conseguirían,
y cuáles no debían planteárselo.

Publiqué a tantos listos que el pueblo soberano
dijo que ni de coña
—carne de saldo, ínfulas de Sotheby's—,
pero también a otros que, mereciendo cancha,
fueron dinamitados, silenciados, borrados
ergo ninguneados
por quienes ante imbéciles se bajaron las calzas
y cuanto defecó el moro dieron por oro.
Di a luz a grandes tipos —y también a gentuza.
Vendí a cuatro pesetas buenos duros,
letras de oro de ley en baratillo.
Ofrecí margaritas a damas y zagales
y también a los puercos,
y aunque a veces por liebre serví gato,
espero que el recuerdo quede de mis aciertos,
olvídenme los fallos.

Disfruté como nadie leyendo en la alta noche
inéditos ignotos que de verdad decían otras cosas

o las de siempre pero de distinta manera,
y pensando que pronto
serían un bien público mis secretos tesoros.

Burócratas obtusos al mando de adheridos.
a la adicción inquebrantable
hocicaron en mis originales
y unos fueron tachados y otros fueron zurcidos,
y más de un argumento se vio algo matizado,
y más de un Diego suplantó a algún digo,

A las de los demás, más que a mi obra,
dediqué tiempo, afán, sabidurías.
E igual que el viejo ciego prefería ufanarse
de los libros leídos
antes que de los frutos de sus manos,
 a mí también recuérdenme
más por los que edité que por los que escribí,
aunque éstos los tracé con mis mejores artes
y a algunos les gustaron.

Ya sé que es ley de vida que se coman los higos
 y que nadie se acuerde de quien plantó la higuera.
No importa, éste es mi oficio, lo elegí libremente
y, mandangas aparte, yo con los libros gozo
 pensándolos, haciéndolos, leyéndolos,
enamorándome de lo que sueñan sus palabras.

Y creo que, en efecto, en el principio estaba la palabra
y que, mucho después, pacientes hombres
de indefinido oficio inventaron la forma
de llevarla a los más
para que obrara,
y yo he sido uno de ellos
y eso es todo

Jesús Munárriz

                   
¿Cómo seré...?
¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
         Y los ojos
        -qué importa que no sean estos ojos-
          te seguirán a donde vayas, fieles.
                        Angel González (Gijón 1922-2008)
Parábola

Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella.
Había en la botella un papel, y en el papel estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa. Estoy aquí!"
-No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano, dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla "Aquí" está en todos lados, dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.

Wislawa Szymborska

Que se nos va la pascua

 

Mozuelas las de mi barrio,
loquillas y confiadas,
mirad no os engañe el tiempo,
la edad y la confianza.

No os dejeis lisonjear
de la juventud lozana,
porque de caducas flores
teje el tiempo sus guirnaldas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas!
¡Que se nos va la Pascua!
Yo sé de una buena vieja
que fue un tiempo rubia y zarca,
y que al presente le cuesta
harto caro el ver su cara,
porque su bruñida frente
y sus mejillas se hallan
más que roquete de obispo
encogidas y arrugadas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas!
¡Que se nos va la Pascua!

Y sé de otra buena vieja
que un diente que le quedaba
se lo dejó este otro día
sepultado en unas natas;
y con lágrimas le dice:
Diente mío de mi alma.
yo sé cuando fuiste perla,
aunque ahora no sois nada.

¡Que se nos va la Pascua, mozas!
¡Que se nos va la Pascua!

Por eso, mozuelas locas,
antes que la edad avara
el rubio cabello de oro
convierta en luciente plata,
quered cuando sois queridas,
amad cuando sois amadas;
mirad, bobas, que detrás
se pinta la ocasión calva.

¡Que se nos va la Pascua, mozas!
¡Que se nos va la Pascua!

                    Luis de Góngora





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